domingo, 30 de marzo de 2014

Unos Oscar de Altura y Especial Paul Newman: Marcado por el odio de Robert Wise

Información: Unos Oscar de Altura - 03/03/2014 2:00:16

" ¿Vistéis la gala? ¿Os causó risa la bromita de la pizza? ¿Y qué os pareció el, indudable, cambio de Ellen DeGeneres al frente y como conductora? Todas estas preguntas son naturalmente superficiales, sencillas hasta cierto punto. Porque Will Smith salió de la nada y cerró una gala muy entretenida y, además, esto es mejor, sorprendentemente equilibrada y justa.
La noche empezó en las Alturas, pero en las galácticas. "Gravity" (id, 2013) fue el motor de todas las alegrías: ¡siete premios se llevó al cierre! Fue la gran triunfadora, pero, como empiezan a acostumbrarnos estos nuevos Oscar, los que incluyen un montón más de nominadas en la categoría de Mejor Película, no se llevó todos los llamados premios principales.
Sin embargo, la odisea espacial que protagonizan Sandra Bullock y George Clooney proporcionó uno de los puntos álgidos de la noche.: Alfonso Cuarón, quien tardó nada más y nada menos que seis años en sacar adelante su gigantesca odisea espacial recogió el premio a mejor director.
El director de "Hijos de los Hombres" (Children of Men, 2006) lleva años en la labor de entender la puesta en escena y la gramática visual de un modo distinto, nada convencional. Que se llevara el premio fue poco menos que una justicia ¡y además fue el primer director latinoamericano en recogerlo! Su discurso, híbrido entre español e inglés, y su propio talento, a caballo entre la intimidad más audaz, la gramática experimental y la narración clásica Hollywoodiense, certifican que a este nuevo Hollywood puede quedarle mucha vida de apostar por ellos.
La sorpresa legítima la dio Spike Jonze, recogiendo el mejor guión original por "Her" (id, 2013). Desde luego, frente al premio académico y riguroso al esquemático y eficiente libreto de John Ridley para "12 años de esclavitud" (12 years a slave, 2013) fue algo que quizás indicaba el presagio final de la noche: la renuncia a ser previsibles.
Un reparto inesperado
En el terreno de las actuaciones, encontramos un reparto inesperado, lleno de premios merecidos. Para empezar, el estupendo e intimista "Dallas Buyers Club" (id, 2013) se llevó dos premios a la actuación masculina por dos roles muy complicados y sorprendentemente ejecutados. Por una parte, Jared Leto, en el inolvidable papel de un transexual, y por el otro, Matthew McCounaghey, en un rol valiente e incómodo. Éste último dio un discurso reivindicando a Dios y a perseguir su propia sombra: ¡seguro que no fui el único que empezó a sospechar que el detective Rusty Cole había salido, entre cerveza aplastada y visión alucinada, a recoger el premio!
Lupita Nyong"o era la ganadora, y debía serlo. Su rol, premiado con la mejor actriz de reparto, de esclava humillada y acostumbrada a la barbarie diaria mereció el reconocimiento de "12 años de esclavitud" (12 years a slave, 2013) y Cate Blanchett salió a recoger su segundo premio, por "Blue Jasmine" (id, 2013), como un huracán: reivindicó las películas con personaje central femenino y dedicó el premio a todas y cada una de sus competidoras.
La gala se cerró con Smith certificando la feliz costumbre de separar y democratizar los premios de dirección y película. Y es que la odisea del esclavo Solomon Northup, producida entre otros por Brad Pitt, dio pie a un intenso discurso final de Steve McQueen que reivindicó la labor de los historiadoes y denunció, una vez más, una atávica y regresiva condición de la que todavía no nos hemos librado.
Fue una noche perfecta para el sistema de estudios: ganó una película sobre un episodio de infamia rodada de un modo delicado y sutil y ganó, también, la más espectacular película de estudio posible, y una que renuncia, precisamente, a sus más estomagantes convenciones. Los Oscar tocaron todas las alturas posibles.: es muy posible que el Kodak Dolby Theater, a rebosar, fuera esa antesala manida al recurrente cielo de todos los que buscan todavía en California un ascenso a la gloria.
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La noticia Unos Oscar de Altura fue publicada originalmente en Blogdecine por Pablo Muñoz.

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Que opina? Especial Paul Newman: Marcado por el odio de Robert Wise - 20/06/2013 3:41:34

" Tras hacer el ridículo en su debut cinematográfico, Paul Newman se hizo con un papel que era para James Dean, quien no pudo interpretarlo debido a su prematura muerte. Ambos actores salidos del Actor"s Studio, además de amigos, optaron a los mismos papeles en sus comienzos, y aunque sería curioso ver a Dean en el papel de Rocky, lo cierto es que no puedo imaginarme ya a otro actor que no sea Paul Newman en el personaje que le consagró. Realmente sorprendente, sobre todo si lo comparamos con su anterior trabajo, ejercicio que recomiendo para que todo aquel que quiera pueda apreciar las enormes diferencias de talento entre Paul Newman y sí mismo. Como suena.
El actor se pone por primera vez a las órdenes de un realizador como Robert Wise, que tras una carrera de montador, dejaba ya algunas películas importantes a sus espaldas, tal es el caso de "Ultimátum a la tierra" ("The Day the Earth Stood Still", 1951) o, sin ir más lejos, un título a veces olvidado en el subgénero del boxeo, "Nadie puede vencerme" ("The Set-Up", 1949) en nuestro país se le conoce además con los títulos "Tongo" y "Combate trucado", un denso thriller con un inolvidable Robert Ryan ambientado en el corrupto mundo pugilístico que se decanta hacia el lado de Film Noir. "Marcado por el odio" ("Somebody Up There Likes Me", 1956) se centra en el lado humano y personal de su personaje central.
Tomando como base la autobiografía de Rocky Graziano campeón de los pesos medios en 1947 "Marcado por el odio" se divide en dos partes cohesionadas con bastante pericia; la primera se centra en la vida que lleva Rocky Barbella (Newman), la relación con su siempre comprensiva madre Eileen Heckart consiguiendo ese raro milagro de hacer que veamos a un personaje y no una actriz interpretando un personaje y con su rígido padre Harold J. Stone, uno de los secundarios típicos de aquellos años, abocado a la bebida por dar la espalda al sueño de su vida: ser boxeador profesional. La segunda intercala la relación con el personaje de Pier Angeli la actriz ya había coincidido con Newman en "El cáliz de plata" ("The Silver Chalice", Victor Saville, 1954) con su ascenso en el boxeo. Lo cierto es que combates de boxeo, salvo el final por motivos lógicos, se ven muy pocos.
Pero es precisamente en ese detalle donde se ve la excelente mano de Wise para narrar con su dominio del montaje. Así el director refleja el éxito de Rocky en el boxeo con todo lo que le sucede en su vida personal. Baste señalar las escenas encadenadas de Barbella volviendo a casa después de boxear y acercándose a su hijo, el rostro de Rocky está cada vez más magullado, haciéndonos así una idea de cómo ha resultado el combate. Vida personal y deporte se unen y entrelazan como elementos inseparables que a la fuerza influyen el uno en el otro. Rocky pelea en la vida para conseguir lo que quiere de forma fácil aunque no legal, sobre el ring es él mismo con toda la fuerza de sus puños, y cuando lo desleal o ilegal hace acto de presencia, hace lo que hace en la vida cuando le ley le persigue, huir.
A Wise le quisieron imponer el filmar en decorados, pero cuando vio lo horribles que eran, o así lo pensaba él, solo los utilizó para determinadas secuencias de interiores y siempre oscuras. Para ello contó con la inestimable ayuda de Joseph Ruttenberg en la fotografía y gente como el mítico Cedric Gibbons ganador de once Oscars y director artístico en más de 1.000 películas en los decorados, mientras se atrevía con algunas secuencias filmadas en exteriores que apoyaban el tono realista que el film pretende en ciertos instantes. El cine estadounidense cambiaría considerablemente en la década siguiente, evitando el sistema de estudios que tanto se llevaba hasta entonces. "Marcado por el odio" es una de las primeras muestras de ello.
Y si en su primera interpretación para el cine Paul Newman estaba más bien nefasto como hemos dicho, aquí aun con todos los tics del Actor"s Studio el actor está sensacional, libre, componiendo un personaje a su medida, que muestra al típico joven atormentado tan del gusto de los actores de método, con un control absoluto por parte de Newman, ese que no le permite pasarse de rosca ni un milímetro alcanzando aquello que muchos dicen que no existe y tal vez sea cierto, la perfección. Además de la fiereza mostrada en el combate final, filmado de forma impecable por Wise, el actor se luce cuando los sentimientos contradictorios inundan al personaje. Baste fijarse en la relación de Rocky con Norma (Angeli) en la que Newman refleja muy bien ese rechazo que en realidad es atracción.
El trabajo de un actor primerizo en estado de gracia sin desmerecer al resto de intérpretes, que están impagables en un reparto en el que además podemos reconocer a un jovencísimo Steve McQueen y un director con las ideas muy claras esa envidiable y equilibrada mezcla de géneros convierten "Marcado por el odio" en uno de los films más influyentes dentro de su estilo. Tanto Sylvester Stallone de Rocky Barbella a Rocky Balboa no hay muchos pasos como Martin Scorsese la tuvieron muy presente para sus respectivas cintas sobre el deporte.
A partir de esta película la carrera de Paul Newman parece ir en consonancia con la última frase recitada en la misma y que no es otra que su título original.
Especial Paul Newman en Blogdecine:
"El cáliz de plata"

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Es Noticia, Walter Hill: Driver - 08/11/2012 7:11:45

" Si la ópera prima de Walter Hill, "El luchador" ("Hard Times", 1975) destaca entre otras cosas por un trabajo de síntesis impecablemente realizado, su segundo trabajo tras las cámaras hace gala de ese dominio, un rasgo que se convertiría en parte del estilo de un director que no se andaría por las ramas en todos y cada uno de los géneros que trató, sobre todo los thrillers o films de acción. A Hill no le gusta perder el tiempo y va directo al grano en sus películas, lo cual no quiere decir que sus historias estén narrada de forma atropellada, uno de los principales males del actual cine de acción que además sobrepasan la mayoría de las veces las dos horas de duración. En el cine de Walter Hill eso no existe, y salimos ganando todos.
"Driver" ("The Driver", 1978) es un excelente thriller que por una de esas desconocidas razones no es demasiado conocida ahora, al menos por estos lares cuando se estrenó en España no gustó demasiado, y resulta una verdadera pena, pues todos aquellos que admiran "Drive" (id, Nicolas Winding Refn, 2011) deberían ver el trabajo de Hill para comprobar la máxima fuente de inspiración de Winding Refn a la hora de realizar su ya film de culto. No pretendo quitarle enteros a la película protagonizada por Ryan Gosling ya sabéis que me encanta pero los tratamientos son muy parecidos, al igual que algunos de sus personajes y situaciones. Eso sí, a Hill las historias de amor o derivados no le salían muy bien, al menos en esta película sobrada de muy buenos elementos.
(From here to the end, Spoilers) Al igual que "Drive" el argumento de "Driver" es mínimo. Ryan O"Neal, sin duda en su mejor época, los 70, da vida a un misterioso conductor del que nunca sabremos el nombre, cuya mayor habilidad, probablemente la única, es ser un excepcional conductor que presta sus servicios para atracos y robos importantes. Tras él, un policía cuyo nombre tampoco sabremos, en la piel del mítico Bruce Dern, obsesionado con pillarlo, y por el medio, una también misteriosa mujer, de nuevo sin nombre, en el físico de Isabelle Adjani y que servirá de coartada al conductor en uno de sus trabajos. Poco más hay pues hablamos de un film de menos de 90 minutos de duración, aunque existe un montaje que llega a las dos horas no lo busquéis, es imposible de conseguir a no ser que se sea amigo personal de Hill.
No sé como hubiera sido la película con media hora más, lo cierto es que de esas que al terminar de verlas estás deseando saber más, y esa es una buena sensación al terminar de ver una película. Además, Hill consigue lo que muy pocos en el género, con un mínimo de elementos consigue un máximo de resultados. Así del personaje central nunca llegaremos a saber nada de su vida, al igual que del resto, haciendo más amplio así una de las máximas del western, género que Hill demuestra admirar en la mayoría de sus trabajos. Sus vidas no nos interesan, y es cierto, sólo nos importa la relación entre ellos. Pero esto no quiere decir que los personajes no estén dibujados o perfilados, lo están y mucho, todo reside en las interpretaciones, bastante bien controladas por Hill, de O"Neal, Adjani indudablemente la peor de todo el reparto, un mal menor, debido a lo insustancial de su personaje y sobre todo Dern, quien parece ser el que mejor se lo pasa.
"Driver" es sobre todo un relato de perdedores, personajes sin rumbo abocados a cierto destino fatal, y tal y como reza el irónico final no están libres de la influencia de la casualidad, elemento importante dentro del Film Noir. Así el film parece un largo duelo que jamás tendrá el enfrentamiento que se desea, porque al fin y al cabo Dern es como O"Neal, sólo que un poco más tonto. Dos solitarios, sin amigos o gente que les comprenda, cuya razón de ser están en ser antagonistas, y mientras uno no duda en aprovecharse de su posición de poder para conseguir atrapar al famoso conductor, este da señales de ser alguien cuando se sienta al volante de un coche y deja con la boca abierta a todo el mundo. Su destreza para conducir choca con la vida que lleva, siempre escondiéndose y en moteles, o acosado por la policía.
Hill nos regala unas cuantas set pieces de persecuciones que entran por derecho propio en la antología del séptimo arte. Escenas medidas al milímetro, prodigio de ritmo, montaje y planificación lo que hubiera gozado Steve McQueen, actor en el que se pensó al escribir el guión que nos llevan al límite, y donde cada pieza se complementa con la anterior. Destacan absolutamente todas las persecuciones del film, desde la del inicio y que Winding Refn no se corta en calcar para el inicio de "Drive", hasta la del final, que ocupa un buen tramo del film y que además introduce unas pizcas de suspense muy bien llevado, pasando por la demostración a unos delincuentes de que el conductor es el mejor en lo que hace y que deja un Mercedes destrozado.
Uno de los mejores trabajos de su director, directo, conciso, sincero y sin florituras de ningún tipo, también con cierto aire europeo, bebiendo sobre todo de Jean-Pierre Melville en lo que respecta al personaje central, parco en palabras y con largos silencios como forma de expresión e identidad de un vida solitaria. O"Neal pocas veces ha estado tan convincente. Y una pequeña observación final: podría haber sido un film mudo. Si nos fijamos bien, los diálogos no son realmente necesarios, toda la fuerza del film reside en la puesta en escena de Hill, quien saborearía las mieles del éxito con su siguiente trabajo.
Especial Walter Hill en Blogdecine:
"El luchador"
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Que opina usted? Drive, la soledad del corredor de fondo - 26/01/2012 15:53:10

" Se habla mucho estos meses de reciclados, homenajes y revisitaciones de formas y estilos de tiempos pasados. Tal y como apuntaba en mi texto sobre la infame "Perros de paja" ("Straw Dogs", Rod Lurie, 2011), los remakes llevan haciéndose desde que el cine es cine. Lo mismo ocurre con esas películas que parecen tomar prestado de otras, puesto que el séptimo arte, como todas las demás artes, se retroalimenta para dar paso a nuevas formas de narrar historias. Nicolas Winding Refn lo ha entendido muy bien, y con "Drive" (id, 2010) recientemente ninguneada en las nominaciones a los Oscars, optando sólo al montaje de sonido nos ha regalado un thriller, cuyas fuentes de inspiración son de lo más variopintas, no quedándose únicamente en eso. "Drive" es un claro ejemplo de influencia bien asimilada y respira con vida propia en cada uno de sus intensos fotogramas.
La historia es sencilla, que no simple, y el provecho que se saca de ella es máximo. Ryan Gosling, también ninguneado en las nominaciones y ya no sólo por este film, da vida a un conductor de coches que trabaja en un taller y de especialista de cine, pero también tiene otro curioso trabajo: es chófer en atracos. Su vida se complica cuando conoce a una chica y su hijo pequeño. El marido de ésta acaba de salir de la cárcel y debe dinero por protección. Nuestro héroe, por amor, decidirá ayudarle y como consecuencia una serie de hechos fatídicos tendrá lugar. En la mejor tradición del Film Noir, la fatalidad y el destino por el que están marcados los personajes, serán los principales elementos de una historia que esconde más de lo que parece a simple vista. Pero si se mira con atención, "Drive" se descubre ante nuestros ojos como algo más que un simple thriller.
En el excelente inicio Refn parece entender a la perfección una de las máximas de Cecil B. DeMille, dándole la vuelta hasta límites insospechados obteniendo así resultados mayores. Si DeMille decía que una película debía empezar con una explosión y de ahí para arriba, para obtener la atención del espectador, "Drive" consigue lo mismo pero de forma inversa. En estos tiempos de efectos digitales por doquier, donde parece importar más la parafernalia visual, Refn apuesta por una escena que deja atado a la butaca con muy pocos elementos. Una persecución de lo más original, y en la que el fuera de campo posee un significado vital. Dicha escena no sólo es un ejemplo perfecto de palnificación, montaje y sobre todo sonido; también sirve para definir, casi sin palabras, al personaje central. Un personaje del que nunca sabremos su nombre y que toda su vida ha permanecido oculto o pasando inadvertido, exactamente igual que en dicha persecución. Pero ese dibujo del personaje, que tan bien perfila Refn con su cámara, se extiende a los demás personajes.
Y es que "Drive" es una historia sobre la soledad, la de personajes perdidos en la inmensidad de una ciudad, y abocados al peor de los destinos. La misma soledad que hereda de sus referentes más directos, aquellos que van desde el Melville más reconocido de "El silencio de un hombre" ("Le samouraï", 1967), cualquier cinta de Robert Bresson, con el existencialismo incluido, o la de "Driver" ("The Driver", Walter Hill, 1978), esa maravilla en la que el personaje de Ryan O"Neal se mostraba tan hierático y frío como aquí el de Ryan Gosling, cuya composición, que bordea la parodia, parece una mezcla del mencionado y Steve McQueen. Podemos ir más hacia atrás y comprobar como Refn alude sin prejuicios a la romántica soledad del héroe del western. "Raíces profundas" ("Shane", George Stevens, 1953) sería el ejemplo adecuado, y la historia es prácticamente la misma. El eterno pistolero cambia el caballo por un coche, la mujer casada por una joven que ha sido madre demasiado pronto, y las praderas por una ciudad, que se torna tan salvaje y peligrosa que parece engullirlos a todos.
Refn sabe perfectamente que todas las historias han sido contadas. El milagro está en la forma, y lejos de querer contentar al espectador actual le invita a la reflexión con un tratamiento en la imagen realmente exquisito. Todo está ahí. Todo. El conductor sin nombre parece no tener pasado y tampoco futuro. La dilatación del tiempo haría las delicias del mismísimo Sergio Leone, al igual que los largos silencios en los que una mirada dice más que muchas palabras, y en los que la historia de amor nace a raíz del afecto más que del deseo sexual. Éste aparece únicamente en la antológica secuencia del ascensor, donde Refn detiene literalmente el tiempo para un beso ansiado, quizá anhelado, como metáfora del deseo de otra vida mejor; y si aceptamos el sexo como un acto violento por naturaleza, la explosión de violencia posterior es de lo más lógica y coherente. Pocas escenas en el cine actual han dicho tanto como esa, mezclando sabiamente elementos de lo más reconocido.
La violencia en "Drive" es prácticamente necesaria. Su contundencia recuerda a Peckinpah tal vez sin su sentido de la coreografía, aunque el realizador declara haberse inspirado en Gaspar Noé, pero la finalidad es otra. Aunque al igual que en las mejores cintas del maestro, los personajes no pueden escapar de su destino, Refn la utiliza para asestarnos duros golpes de realidad. Y la operación resulta de lo más curiosa y satisfactoria, pues siempre navega alrededor de la fábula, cual buen cineasta que demuestra ser. Si durante toda la historia, donde la acción física no tiene lugar, cierta irrealidad parece llenar todo el relato, la cual es interrumpida por brotes bestiales de violencia en los que incluso hace acto de presencia el gore. La exageración bien entendida como herramineta de narración, recibiendo el espectador puñetazos que más allá de desagradarnos sacude nuestras mentes.
Ryan Gosling, haciendo la interpretación de su vida, Carey Mulligan, Bryan Cranston, Albert Brooks y Ron Perlman están simplemente perfectos. El duro solitario, la fragilidad, el perdedor, y la maldad, todos marcados por un destino común: la soledad, la irremediable y real soledad que va en consonancia con la eterna noche de una ciudad que enamoraría a Michael Mann. Kavinsky y College, entre otros, como trasunto de Morricone marcando el carácter de los personajes. Y como decía Billy Wilder, cuando una película termina otra historia comienza. Podemos imaginar así a un conductor sin nombre, de misterioso pasado llegando a otra ciudad, tal y como haría Shane, y conociendo a otra mujer, agarrándose a lo poco bueno de la vida, llena de dolor y muerte. Así es "Drive".
Otras críticas en Blogdecine:
"Drive", la serenidad al volante
"Drive" (Nicolas Winding Refn)
"Drive", llamada nocturna
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Es Noticia, Carga maldita, un Friedkin maldito - 26/10/2011 3:46:57

" Todos los grandes directores poseen alguna, o varias, películas que habría sido mejor que no hicieran. También, esos mismos grandes directores, u otros, poseen en su filmografía un film que por una u otra razón, son malditos. Dos factores suelen darse en este segundo grupo aclaremos que a veces la misma película mala es también la maldita, y muchas otras veces todo lo contrario, el primero de ellos un rodaje lleno de calamidades y problemas que solventar, y segundo, un estruendoso fracaso comercial. Fijémonos en el período entre 1979 y 1982. Tres importantes realizadores como Steven Spielberg, Michael Cimino y Francis Ford Coppola se estrellaban en las taquillas con proyectos tan arriesgados y personales como "1941" (id, 1979) un divertimento que demostraba la capacidad de Spielberg para la comedia, "La puerta del cielo" ("Heaven"s Gate", 1980) uno de los westerns líricos más bellos jamás realizados, y "Corazonada" ("One From the Heart", 1982).
Pero antes de ellos, William Friedkin llegó a ser uno de los directores de más prestigio en la década de los 70. A ello contribuyeron los hechos de ganar a una edad muy temprana el Oscar al mejor director por "Contra el imperio de la droga" ("French Connection", 1971), probablemente su mejor película, ganadora de otras cuatro estatuillas más, y el haber reventado taquillas con "El exorcista" ("The Exorcist", 1973). La intención de Friedkin era la de realizar una gran película de ciencia ficción que mezclaba alienígenas con el triángulo de las Bermudas, pero Spielberg estaba ya enfrascado en "Encuentros en la tercera fase" ("Close Encounters of the Third Kind", 1977) por lo que dicho proyecto no se llevó a cabo. En su lugar, el director se decidió por "Carga maldita", el remake que siempre quiso hacer de "El salario del miedo" ("Le salaire de la peur", Henri-Georges Clouzot, 1953). La ironía del destino hizo que se estrenase una semana después del estreno de "Star Wars" de un tal George Lucas.
Atreverse con el clásico francés era una empresa de envergadura, ya no sólo por el hecho de intentar igualar algo tan perfecto como esa película, sino por el hecho de que Friedkin quería hacerlo a lo grande. Teniendo el visto bueno del propio Clouzot, Friedkin empezó a tener problemas ya en la elección de actores. Para el personaje central quería a Steve McQueen, quien lo rechazó porque no se le pudo dar un papel a su compañera por aquel entonces, Ali MacGraw. Lo intentó con Clint Eastwood y Jack Nicholson, e incluso con Paul Newman. Actores como Gene Hackman lo rechazaron por considerar el guión demasiado violento, o Kris Kristofferson, que alegó no estar preparado para una película de semejantes aspiraciones y presupuesto curiosamente al año siguiente encabezaría el cartel de "Convoy" (id, Sam Peckinpah, 1978). Al final Roy Scheider fue el elegido, ya había trabajado con Friedkin y se encontraba en la cima de su carrera gracias a "Tiburón" ("Jaws", Steven Spielberg, 1975).
Entre los lugares de filmación se encuentra la República Dominicana, en la que debido a inclemencias del tiempo el rodaje se alargó más de lo necesario. El presupuesto se excedió más de la cuenta y la Universal tuvo que aliarse con la Paramount para cubrir gastos. Allí se filmaron secuencias como la del paso de los camiones por un puente colgante primera imagen, que tardaron en tenerla lista la friolera de tres meses. Friedkin no escatimó en recursos, siendo por primera vez en su carrera, un perfeccionista muy difícil de tratar que incluso llegó a despedir a un montón de gente. Reparto internacional completado por Bruno Cremer, Amidou y nuestro Francisco Rabal dan vida a los pobres desgraciados que deben llevar una peligrosa carga de explosivos a través de un angosto camino que atraviesa la jungla. La historia, que parte de la novela de Georges Arnaud, presenta algunas diferencias con respecto al film francés.
Aquí vemos los orígenes de los cuatro personajes centrales, lo cual no deja demasiado espacio para la imaginación o la sutileza. Cuatro hombres, que por distintas razones, terminan con sus huesos en un país sudamericano, en el que se agarrarán a cualquier trabajo con tal de conseguir dinero. Una travesía angustiosa y eterna, y la naturaleza como enemigo de gran calibre. Pero lo que en la cinta de Clouzot era un relato de aventuras en el que la emoción y el suspense estaban en perfecta armonía, en el remake americano no asoman ni lo más mínimo. Hay cómo no, una gran despliegue de medios, las escenas filmadas en la jungla poseen cierta fuerza, y uno casi puede impregnarse de la suciedad que se palpa en pantalla. Pero no llega con una excelente ambientación para hacer creíble o interesante el relato desesperanzado que Friedkin trata de contarnos. No sentimos empatía por ninguno de los personajes, interpretados con más corrección que otra cosa. Sus vidas no nos importan, y por supuesto, sus muertes tampoco.
Las aventuras de Luke Skywalker arrasaron en los cines mientras el ego de William Friedkin se hundía en el fango con esta película, de la que extrañamente se sentía bastante orgulloso, y sobre la que declaró que hizo la película que quería hacer. Desconcertante sería la palabra adecuada, ya que aún siendo un Friedkin nada complaciente, el film no posee el pulso que suelen tener las grandes obras de su director, desvelándose como una película aburrida y falta de interés, con un muy pobre dibujo de personajes, de los cuales el único interesante es el interpretado por Scheider, aunque en el tramo final chirríe en la escenas psicodélicas, que son como un pegote en la película. En cualquier caso, de lo más flojo en la filmografía de un director que no volvería a estar al frente de una gran producción ni volvería a gozar del prestigio que una vez tuvo. Los caprichos a veces se pagan caros algunos bromean sobre el hecho de que uno de los camiones llevase pintado el símbolo del demonio de "El exorcista", lo cual dio mala suerte al rodaje según los supersticiosos, y próximamente hablaremos de otro capricho de otro gran director: Luchino Visconti.
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Consulte Información en Farandula: Diez secuelas mejores que sus primeras entregas y Carga maldita, un Friedkin maldito
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