sábado, 29 de marzo de 2014

La gata sobre el tejado de zinc de Richard Brooks y Cine en el salón: Stoker, alcanzar la madurez

Cinematográfica

Información: Especial Paul Newman: La gata sobre el tejado de zinc de Richard Brooks - 05/03/2014 9:58:20

" "La gata sobre el tejado de zinc" ("Cat on a Hot Tin Roof", Richard Brooks, 1958) es una de las películas más famosas en la filmografía de Paul Newman. También en la de Elizabeth Taylor, quien sin duda realizó una de sus mejores interpretaciones. Lo cierto es que estamos hablando de uno de esos clásicos incólumes que generación tras generación va ganando adeptos y consolidándose su fama de título inmortal a través del paso del tiempo. Basada en la obra homónima de Tennesse Williams, quien primero no comulgaba con la versión cinematográfica, y años más tarde opinaba un poco mejor.
Es evidente que una obra en la que el sexo está continuamente presente el protagonista es homosexual, como el propio autor de la obra, y la mujer actúa desesperada por el deseo que siente hacia su marido la llamada censura, que tantos y tantos males ha provocado por desconocimiento, iba a impedir lo explícito de la homosexualidad del personaje central masculino, algo que no gustó mucho a Williams, que además quería a Vivien Leigh para el personaje femenino.
Paul Newman, en un papel que antes fue ofrecido a Montgomery Clift lógico, otro actor del idéntico método y Robert Mitchum habría sido realmente interesante de ver pensaba que estaba filmando un guión fiel a la obra y cuando descubrió las diferencias expresó su disgusto. Con todo un Richard Brooks en plena forma logra compensar esos cambios tan considerables, realizando un film lleno de detalles muy ingeniosos en la puesta en escena, evitando las limitaciones al respecto en una obra teatral adaptada.

Los espacios de Tennesse Williams
La acción se desarrolla en tres espacios vitales en el interior de una mansión sureña. En el piso superior la habitación de Brick y Maggie (Newman y Taylor), donde el primero se somete a los delirios del alcohol el actor da vida a un borracho muy curioso, nunca perdiendo el norte pues tiene motivos para ello, es un ex-atleta al que las ovaciones del público le llegan como ecos tras una borrachera monumental en la que se rompe un tobillo, su mejor amigo, Skipper vital en la narraciónse ha suicidado, y no es capaz de dejar embarazada a su mujer Maggie.
Es en ese espacio, entre íntimo y violento, en el que las muletas que lleva Brick simbolizan el hecho de que no puede valerse por sí mismo en cuestión de emociones, y a veces son utilizadas como símbolo fálico. En ese nivel el espejo será el objeto que refleje los impulsos contenidos de Brikc hacia Maggie, y una cama el símbolo de los ardientes deseos de ella. Sublime el instante en el que la madre de Brick una sensacional y entrañable Judith Anderson mientras golpea esa cama le espeta que los problemas de las parejas son siempre por eso.
Todo el relato gira alrededor de la triste noticia del cáncer del patriarca de la casa, un inconmensurable Burl Ives, actor en el que pensaba Williams mientras escribía el personaje. Así pues, el nivel medio, junto con el exterior de la casa representan el lugar donde esa verdad saldrá a la luz, el lugar donde el hermano mayor de Brick y su indeseable esposa intentarán velar por sus intereses de cara a una jugosa herencia, y también donde Brick, en medio de una significativa tormenta, romperá su muleta teniéndose que apoyar en Maggie, sutil metáfora de lo que sucederá más tarde.
El sótano, lleno de recuerdos y recuerdos, es el lugar de los verdaderos sentimientos, donde Brick y padre arreglarán por fin sus diferencias, alegando al verdadero legado que te puede dejar una persona: el amor. Brooks, que sabía un rato sobre espacios escénicos y cómo mover la cámara por ellos, aprovecha cada rincón de la casa, cada esquina, puerta, muro, ventana, y sobre todo las escaleras, aquellas que separan el cuarto de Brick y Maggie del resto, y que salvo el final, muestra a Brick subiéndolas o bajándolas con dificultad, como evidente alegoría a sus miedos.

Actores en estado de gracia
En un principio "La gata sobre el tejado de zinc" iba a filmarse en blanco y negro, pero Richard Brooks decidió hacerlo en color anotemos que en aquellos años el color y el blanco y negro estaban a la orden del día, no como hoy para que el público pudiese disfrutar de los ojos de la pareja protagonista. Una sabia elección que hace que la película salga ganando a la hora de transmitir los deseos reprimidos y las frustraciones de ambos. Sentimientos s flor de piel en el más puro estilo de Tennesse Williams y sus calurosas historias.
Los productores no confiaban demasiado en la elección de Paul Newman, pues sus tres films anteriores no habían recaudado mucho en la taquilla. Hoy día puede verse como uno de los aciertos de casting, junto con Burl Ives, y no sólo por eso, ya que la película fue un estruendoso éxito de taquilla, a lo que probablemente contribuyó la presencia de Elizabeth Taylor y su azarosa vida privada. De todos modos, el actor controla todos y cada uno de los tics del Actor"s Studio, logrando una composición entre patética sus desvaríos con el alcohol y grande sus enfrentamientos finales con su padre, haciendo muy creíble el cambio final con respecto a la novela.
En el libro Brick es violado literalmente por su esposa para poder quedarse embarazada. En la película, ella miente a su suegro diciendo que va a tener un bebé, y Brick, en una explosión de rebeldía, y sobre todo de comprensión hacia su progenitor quien al borde de la muerte es capaz de redimirse, sabiendo por primera vez lo que quiere, decide apoyar la mentira de Maggie entrando con ella en la habitación donde les espera la cama de matrimonio, el lugar donde las parejas sufren, y también se reconcilian.
Especial Paul Newman en Blogdecine:
"El cáliz de plata"
"Marcado por el odio"
"Traidor a su patria"
"Para ella un sólo hombre"
"Mujeres culpables"
"El largo y cálido verano"
"El zurdo"
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La noticia Especial Paul Newman: La gata sobre el tejado de zinc de Richard Brooks fue publicada originalmente en Blogdecine por Alberto Abuín.

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Que opina? Cine en el salón: Stoker, alcanzar la madurez - 18/09/2013 2:37:52

" Supongo que para cualquiera que ya la haya visto, la aclaración siguiente sobrará de principio a fin; pero para aquellos que todavía no hayan tenido la oportunidad de deleitarse con la suma elegancia de sus imágenes, valga precisar que el titular de la presente crítica no hace referencia desde ningún ángulo a que la labor de Chan-wook Park haya alcanzado la plena madurez cinematográfica, ya que insinuar tal cosa sería hacerle flaquísimo favor a esa obra maestra que es "Oldboy" ("Oldeuboi", 2003) y al fascinante mundo que el cineasta coreano desplegaba tanto en "Simpathy for Mr.Vengeance" ("Boksuneun naui geot", 2002) como en "Sympathy for Lady Vengeance" ("Chinjeolhan geumjassi", 2005).
En su lugar, ese "alcanzar la madurez" incide directamente en la trama de "Stoker" (id, 2013), primera incursión de Park en el mercado norteamericano y una propuesta que, como sus producciones anteriores, versa sobre una de tantas formas diferentes que puede adquirir la venganza, apoyándose para la ocasión el realizador en un guión ajeno firmado por Wentworth Miller el hermano pequeño de "Prison Break" (id, 2005-2009) que encaja de forma precisa con las obsesiones temáticas del coreano y que, al tiempo, sirve como perverso homenaje de guionista y cineasta a uno de los clásicos indiscutibles de Hitchcock, "La sombra de una duda" ("Shadow of a Doubt", 1943).
Y no es que uno quiera ver préstamos dónde no los hay como suele pasar en muchísimas ocasiones cuando nos ponemos a elucubrar sobre éste o aquél filme sino que es el propio Miller el que confirma las más que evidentes deudas de su historia para con aquella que Thornton Wilder, Sally Benson y Alma Reville, la esposa del cineasta británico, pusieron en pie a partir del texto original de Gordon McDonell, afirmando que:
El punto de partida es "La sombra de una duda". Ahí es donde empezamos y después tomamos una dirección muy, muy diferente.
No debería extrañar pues a nadie que en algún momento de su vida de cinéfilo haya disfrutado con el delicioso thriller interpretado por Joseph Cotten y Teresa Wright el encontrarse en "Stoker" con la singular relación entre una adolescente bastante perspicaz y su tío, que tiene mucho que ocultar. Las coincidencias entre ambas cintas se mueven pues entre lo evidente, como que el protagonista masculino reciba el mismo nombre, el de tío Charlie, y el espectro de lo perceptible, caso de la forma en la que se trata la relación entre la joven India y el misterioso hermano de su padre, caso de algún detalle visual y auditivo que reclama para sí ciertas ideas del "maestro del suspense".
El alucinante y cristalino diseño de sonido del filme, justificado a través del personaje de India, personaje central encarnado con singular maestría y turbador carácter por Mia Wasikowska, es uno de esos puntos de contacto del filme de Park con ciertas ideas derivadas de la idiosincrasia hitchcockiana el momento en el que un tren prorrumpe en la pantalla nos evoca a esa metáfora de la sexualidad que era el ferrocarril para el director británico llevando el director coreano de mano del correspondiente departamento dicha idea hasta el más absoluto paroxismo, siendo la sonoridades durante el metraje las responsables de jugar con el espectador o las encargadas de transmitir, antes que la propia imagen, lo que está ocurriendo en pantalla, aunque ésto se haga de forma tan sutil que casi no seamos capaces de percibirlo.
En ambos sentidos, el del juego y la anticipación, encontramos varias secuencias brillantes a lo largo de la cinta aunque, por méritos propios, las que se elevan como claras vencedoras en ambos terrenos son la de tío y sobrina tocando el piano en el primer caso brillante aquí la minimalista música de Clint Mansell imitando los modos de Philip Glass, primer compositor asociado a la producción y la de la ducha en el segundo, minutos éstos últimos en los que, a través de un habilísimo uso de la metonímia visual, Park consigue despistar por completo al espectador sobre lo que realmente estamos contemplando.
En uno y otro terreno, y lo afirmaba al principio, la extrema elegancia de la que hace gala Chan-wook Park sirve para atrapar al espectador desde el primer minuto de proyección en la tela de araña de engaños, traiciones, crímenes y herencias genéticas sobre las que el guión de Miller va apoyándose. Y si bien el libreto del artista no es el colmo de la originalidad, y no resulta nada complicado anticiparse en todo momento a las veredas por las que la trama va discurriendo aunque haya que valorarle en su justa medida la metafórica evolución del personaje de India, es "Stoker" uno de esos filmes en los que la historia, con todas sus fallas, queda completamente subyugada a cómo se nos transmite por parte de un director que no escatima en recursos para sorprendernos a cada minuto de proyección.
Y así, unidas a las citadas secuencias de la ducha un prodigio de montaje, todo sea dicho y el piano, que destila un erotismo bestial, se unen otras como la del motel, el "revelador" flashback o, cómo no, ese clímax que, rodado con igual ritmo letánico que el resto de la película, consigue elevar la tensión hasta límites inexistentes en el guión, logrando hipnotizar al respetable de tal manera que no nos queda más remedio que permanecer atentísimos a la pantalla aunque sepamos de sobra cómo va a discurrir todo.
Añadido al ejemplar trabajo de Park, la labor de la terna de actores resulta igualmente encomiable. Ya hemos comentado algo más arriba lo que Mia Wasikowska alcanza con el personaje de India, demostrando que lo insufrible de su Alicia se debía poco a ella y mucho a los excesos de Tim Burton. Como su aletargada madre, Nicole Kidman resulta efectiva y por momentos brillante, aunque para apreciar su interpretación haya que ignorar en ocasiones esos labios hiper-deformados por mano de los excesos quirúrgicos. Completando la terna, la actuación de Matthew Goode palidece, aunque no en demasía, con respecto a las de sus dos partneaires femeninas, aunque hay que valorarle al actor la capacidad para, sin cambiar de expresión, conseguir enervar al espectador.
No estará a la altura de "Oldboy" mucho le va a costar a Chan-wook Park superar la alargadísima sombra que sigue proyectando este grandioso filme pero "Stoker" es un ejercicio en preciosismo cinematográfico que, apoyado en un guión que funciona y al que poco más se le puede pedir, logra cautivar con unas imágenes que sí cuentan con la misma fuerza que las de la obra maestra del coreano. Habrá que seguir esperando a que el director encuentre un guión a la altura de su talento para volver a felicitarnos por otro logro redondo de tan singular artista.
Otra crítica en BlogdeCine
"Stoker", la sombra de una duda
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La noticia Cine en el salón: Stoker, alcanzar la madurez fue publicada originalmente en Blogdecine por Sergio Benítez.

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Que opina usted? Western: El coyote de Joaquín Romero Marchent - 27/12/2012 14:47:47

" Entre todas las desgracias que nos trajo el 2012 para un servidor año lamentable en lo personal, y en lo general qué os voy a decir está la del fallecimiento de Joaquín Romero Marchent, considerado por muchos como el padre del western europeo. Un claro precedente de los spaghetti-westerns que se rodaron en Almería, coproducciones con Italia y buena parte de equipo técnico español, sobre todo actores. En nuestro país además Marchent gozó de una enorme popularidad cuando se encargó de un buen número de episodios de la mítica serie "Curro Jiménez" (1976-78) que popularizó Sancho Gracia, actor también fallecido este año. "El coyote" (id, 1955) es el tercer largometraje del director y aunque no estamos ante una gran película, su presencia en este ciclo es más que justificada.
Nos encontramos ante la primera adaptación cinematográfica del popular personaje de las novelas de José Mallorquí, y que tuvo su continuación en "La justicia del coyote" (1956). Cabe citar que uno de los guionistas es Jesús Franco, con un libreto verdaderamente delirante, y que Marchent tomó las riendas de una producción que comenzó a dirigir el mexicano Fernando Soler. El resultado está lejos de contentar a los amantes del western, incluso hay que aguantar el típico humor castizo de aquellos años y que hoy se ha quedado viejo. No obstante hay varios elementos en "El coyote" que la salvan de la quema.
Si de algo peca una película como "El coyote" es de una enorme torpeza por parte de su realizador a la hora de imprimir cierto ritmo, y ya no hablemos de las extrañas elipsis, o decisiones que toman algunos personajes, del todo incomprensibles, con una acción que avanza a saltos y sin demasiada coherencia. Hasta un tramo final harto más interesante, y en el que se hallan algunos de los clichés del subgénero que más tarde gozaría de las mieles del éxito, lo más destacado de "El coyote" es la interpretación de su protagonista central, Abel Salazar, un habitual del cine fantástico y de terror mexicano en los años 50 hablamos de él en "El vampiro" (Fernando Méndez, 1957), que logra con su composición destacar por encima del resto del reparto.
De hecho, hay en la interpretación de Salazar una chulería que ya les gustaría para sí los action hero de los años 80, por poner un ejemplo, u otros muchos del universo western. En el sarcasmo y cachondeo del personaje, al que Salazar se enfrenta con envidiable pericia, está el soporte de la película. Es gracias al trabajo del actor, que sale no pocos planos en el film durante los 75 minutos de duración, por lo que se soporta con buen humor un film de estas características, pobre en muchos aspectos. No obstante, el paso del tiempo, que suele poner las cosas en su sitio, hace brillar el trabajo de Salazar, quien está mucho mejor en su farsa ante la sociedad que le rodea cobarde, quisquilloso y amanerado que en su rol de justiciero. En cualquier caso, a su lado empequeñece el resto del elenco, con alguna que otra interpretación forzada.
Cuando uno ya piensa que la película no la va a salvar nada su primera hora es en verdad temible, Marchent se reserva la inspiración para el tramo final en el que la película casi alcanza cotas de cine fantástico. La aparición del personaje central en una calle nocturna, dispuesto a enfrentarse al malvado yanqui que tiene oprimido al pueblo, tiene algo de fantasmal, anterior a lo que más tarde haría Sergio Leone o incluso Clint Eastwood. Pero hay más, el aspecto sucio del film, que casi se puede palpar la tierra y el polvo, o ese uso de los primeros planos en el enfrentamiento final enlazarían directamente con una de las características principales del western europeo que tanto apogeo tuvo en los años 60.
Marchent limaría su estilo como más tarde demostraría en westerns superiores. En "El coyote" se revela algo tosco, aunque logra de la simplicidad del conjunto cierto encanto que se aprecia hoy. El personaje, una variante del Zorro, podría haber estado mejor tratado, sobre todo en lo que respecta su forma de vida, pero eso habría significado emplear más minutos de metraje, y "El coyote" es lo que es. Una película a ratos entretenida, otras un poco bochornosa, pero humilde y con cierto punto de humor. Hasta su ingenuidad puede verse como una de sus virtudes.
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Que opina? Critica de la pelicula Mr. Nice - 23/07/2012 19:00:00

"Esta película se pudo ver en la Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine Europeo 2010 (SEFF"10).
Hay prestigios dudosos; el de Bernard Rose es uno de ellos; en algunos foros se nos ha querido presentar Mr. Nice como una novedad, como una fresca mirada al cine, incluso como una aportación al lenguaje cinematográfico. Pero en realidad Rose no es precisamente un Orson Welles (y perdón por la forma de señalar); basta echar un vistazo a sus antecedentes, con filmes tan amorfos como Amor inmortal o tan truculentos como Candyman: el dominio de la mente. Con esas cartas de presentación, tenía que ocurrir un milagro para que Mr. Nice fuera, como se viene pregonando, lo más "cool" del universo cinéfilo británico hodierno.
Y no es que no tenga cualidades: toda la primera parte recuerda poderosamente, "aggiornandolo", el festivo cine británico de los años sesenta, el Richard Lester de Qué noche la de aquel día o El knack… y cómo conseguirlo, con una vitriólica mirada sobre la apolillada universidad de Oxford y sobre la estirada sociedad de la época, todavía en buena parte victoriana. Pero a partir de ahí, consumida esa primera y magra parte, enseguida pasamos al verdadero meollo del filme, la extraña glorificación del personaje central, verídico como la vida misma, cuya fama se cimentó en la más que dudosa virtud de convertirse en uno de los mayores narcotraficantes del Reino Unido y de Estados Unidos. Ya sabíamos que los norteamericanos son dados a la apología de algunos de sus más deleznables hijos, como ya ocurriera en Bugsy o Blow. Lo que no sabíamos es que a los británicos se les había perdido el mismo tornillo, y dieran también un tratamiento enaltecedor a este camello de mala muerte que sucesivamente fue profesor, espía (qué vista la del MI6…) y, lógicamente, presidiario. El tono del filme en todo momento es de identificación con este hijo de mala madre; tengo escrito en repetidas ocasiones que el cine no tiene por qué ser un educador, pero tampoco enaltecer conductas que, como la de este hampón, es cualquier cosa menos edificante. ¿Qué pensaríamos si se hiciera en España un filme sobre, por ejemplo, Juan Antonio Roca, el cerebro de la trama de corrupción del Ayuntamiento de Marbella, que ha defraudado cientos de millones de euros al ciudadano, y que el tratamiento que se le diera fuera elogioso? Nos parecería inadmisible. Pues eso, en términos generales, es lo que plantea Mr. Nice. Así que tenemos un envoltorio correcto, cinematográficamente bien plasmado, pero una sustancia que huele a cloaca que tira de espaldas.
Meritorio el trabajo de Rhys Ifans, entre otras cosas porque, como los porros que se fuma su personaje sean auténticos, ha debido interpretar con un "colocón" considerable…
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Interesante, Clint Eastwood: Space Cowboys - 16/04/2012 7:12:27

" Tras la incomprendida, aunque con buenos resultados en la taquilla, "Ejecución inminente" ("True Crime", 1999), Clint Eastwood recibió el guión de "Space Cowboys" escrito por Ken Kaufman y Howard Klausner que probablemente firmaron su mejor trabajo quien al principio no se mostró demasiado interesado en la idea cuatro aviadores veteranos eran reclamados por la NASA para una viaje espacial a un satélite en mal funcionamiento debido a un fallo en un obsoleto sistema creado por uno de ellos, pero tal vez movido por la moda de ese tipo de cine en aquellos años "Armageddon" (id, Michael Bay, 1998) y "Deep Impact" (id, Mimi Leder, 1998) era buena prueba de ello se atrevió a codearse con el cine-espectáculo como pocas veces había hecho, viendo las posibilidades de realizar un cariñoso guiño al género que le dio la fama, pues tal y como diría Tomás Fernádez Valentí en "Space Cowboys" subyace un western.
Para ello se rodeó de tres colegas de la talla de Tommy Lee Jones, Donald Sutherland, con quien Eastwood ya había colaborado en la divertida "Los violentos de Kelly" ("Kelly"s Heroes", Brian G. Hutton, 1970), y James Garner, que guarda amistad con el actor/director desde los tiempos de "Maverick". No puedo dejar de mencionar el dato de que, para los personajes que interpretan los segundos estaban pensados inicialmente Sean Connery y Jack Nicholson, lo cual hace que a algunos nos vuele la imaginación pensando en las posibilidades con esos dos en el reparto. En cualquier caso el cuarteto de actores es excelente y a Eastwood le salió la película más divertida de su filmografía, nunca una de las mejores aunque Cahiers du cinemá la eligió como una de las diez mejores películas del 2000, pero sí un digno entretenimiento que posee algún instante de maestría.
Llama la atención el hecho de que, aún reservándose el que parece el personaje central del film, es en realidad el rol de Tommy Lee Jones el que en cierto modo representa el alter ego de Eastwood, un personaje que entra de lleno en la tipología y universo característico del director. Algo similar a lo que había hecho en "Un mundo perfecto" ("A Perfect World", 1993), en la que se había reservado un papel secundario dejando en manos de Kevin Costner el dar vida al personaje que hubiera interpretado Eastwood de ser más joven. En "Space Cowboys" queda bastante claro cuando vemos que Frank Corvin (Eastwood) es un hombre felizmente casado, individualista en su trabajo y sin grandes traumas ni oscuro pasado aunque en un momento dado sentencia que fue la única persona del planeta que quiso suicidarse cuando Neil Armstrong pisó la luna, un poco alejado de lo que es Hawk (Lee Jones) con un pasado algo más tormentoso, viudo y enfrentado a un cáncer de páncreas que se le presenta cuando está a punto de cumplir su gran sueño.
Aunque Frank es como un especie de motor entre los cuatro personajes centrales donde están algo desdibujados los roles de Donald Sutherland, un ligón empedernido, y James Garner, un pastor baptista, a pesar de que los actores están como pez en el agua, la historia termina centrándose en Hawk sobre el que recae todo el peso dramático del film en su emotivo tramo final. "Space Cowboys" es ante todo una película de personajes, todos muy entrañables, carismáticos y con algo que decir. La relación entre ellos está por encima de la trama espacial, por así llamarla, que a pesar de contener algún que otro momento inspirado resulta bastante convencional, aunque prácticamente es una lección de cine a todos aquellos realizadores que juegan con las nuevas tecnologías cinematográficas pero poco saben de narración. Resulta pues curioso el paralelismo entre la trama veteranos que ayudan a novatos con toda la sapiencia de su experiencia, mucho más efectiva que el más perfecto de los ordenadores y la película del llamado último clásico vivo, que viene a poner rojas las caras de algunos directores modernos de blockbusters.
"Space Cowboys" se divide en dos partes bien diferenciadas. Aquella en la que los cuatro personajes se entrenan para la misión espacial, tramo en el que la comedia manda y algunas de las situaciones son realmente divertidas, sobre todo en lo que respecta a marcar la evidente diferencia generacional entre los cuatro veteranos y el joven grupo de astronautas. Eastwood deja de lado la característica sutileza de su cine y la cambia por un sentido del humor, a veces un poco de trazo grueso pero otras aprovechando muy bien lo que el material de partida le proporciona. Antes de que la lanzadera despegue ya se centra en Hawk haciéndole protagonista de una suave historia de amor con una de las trabajadoras de la NASA (Marcia Gay Harden) preparando al espectador para el brillante desenlace de la película. Ya en el espacio el film cambia de tercio, desaparece por completo la comedia y además de cierto suspense bien llevado todo lo que ocurre cuando toman contacto con el satélite Eastwood nos brinda algunas de las mejores secuencias espaciales jamás filmadas y en las que la empresa de George Lucas, ILM, juega un gran papel. Imágenes como las de Frank y Jerry flotando en el espacio mientras observan la Tierra son de una belleza casi estremecedora.
Pero lo que más me llama la atención de "Space Cowboys" es precisamente ese tratamiento de western que tiene el film y la genial forma de unir pasado, presente y futuro mediante el excelente inicio y final del film. Un prólogo en nostálgico blanco y negro en el que se ve una imagen que bien podría ser el típico horizonte del lejano oeste tan visto en infinidad de films. Unas emotivas notas musicales "Espacio", compuesta por el propio Eastwood bañan la escena que de repente es interrumpida por el vuelo de un avión de pruebas que surca velozmente los cielos. En el otro extremo del film y al son de "Fly Me to the Moon" interpretada por Frank Sinatra, comprobamos que Hawk está en la luna y en su casco se refleja la Tierra. El viejo cowboy devolviendo la mirada en uno de los finales más perfectos de los últimos años. Sólo por esa secuencia ya merece la pena haber visto la película.
"Space Cowboys" resultó una de las cintas más taquilleras de la filmografía de Eastwood, y es que pocos se resistieron a ver con sus propios ojos como cuatro actores veteranos muy conocidos se las ingeniaban para pasearse con sorna y maña en un film de ciencia ficción, aunque este tienda al realismo de forma prodigiosa. A pesar de lo delirante de la propuesta la historia resulta absolutamente creíble en todos momento, una de sus grandes bazas.
Tardaríamos dos años en recibir el nuevo trabajo de Eastwood que le asociaría con Brian Helgeland, guionista de cierto prestigio, preámbulo de la nueva etapa artística que iniciaría el director de "Sin perdón" ("Unforgiven", 1992).
Especial Clint Eastwood en Blogdecine:
Los comienzos
"Por un puñado de dólares"
"La muerte tenía un precio"
El final de la trilogía con Sergio Leone
La Malpaso y dos errores
El encuentro con Don Siegel
"El desafío de las águilas"
"La leyenda de la ciudad sin nombre"
"Dos mulas y una mujer"
"Los violentos de Kelly"
"El seductor"
El debut en la dirección
"Harry el sucio"
"Joe Kidd"
La influencia de "Incidente en Ox-Bow"
El primer western como director
"Primavera en otoño"
"Harry el fuerte"
"Un botín de 500.000 dólares"
"Licencia para matar"
"El fuera de la ley"
"Harry el ejecutor"
"Ruta suicida"
"Duro de pelar"
"Fuga de Alcatraz"
"Bronco Billy"
"La gran pelea"
"Firefox"
Red Stovall, el hombre de los garitos
"Impacto súbito"
"En la cuerda floja" ("Tightrope")
"Ciudad muy caliente"
"El jinete pálido"
La llamada de Spielberg y la dedicatoria de Godard
"El sargento de hierro"
"Bird"
"La lista negra"
"El cadillac rosa"
"Cazador blanco, corazón negro"
"El principiante"
"Sin perdón"
"En la línea de fuego"
"Un mundo perfecto"
"Los puentes de Madison"
"Poder absoluto"
"Medianoche en el jardín del bien y del mal"
"Ejecución inminente"
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Que opina? Critica de la pelicula La Dama de Hierro - 20/01/2012 19:00:00

"Hay muchas maneras de hacer un biopic: la peor es la que ilustra pulcramente la vida del biografiado como si fuera un libro de Historia. Porque el cine es una cosa y los manuales históricos otra. Phyllida Lloyd y su guionista Abi Morgan (coautora también del libreto de la espléndida Shame) han optado por la vía auténticamente cinematográfica, la que se acerca al personaje histórico de forma oblicua, tangencial, obviando la aburrida crónica de eventos y apostando por la creatividad, a partir de una circunstancia concreta de la vida del personaje estudiado. Para poner en escena la vida y (sobre todo) la obra de Margaret Thatcher, la que fuera premier del Reino Unido durante once años y figura política de primer orden del siglo XX, la directora opta por hacerlo desde su vejez, cuando el asalto del alzheimer permite una visión subjetiva, desde los ojos de la propia Thatcher, sobre su momento actual pero, sobre todo, sobre su vida política anterior. De esta forma, con la visión desvaída que confiere la enfermedad senil por excelencia, asistimos a sus años de senectud, convertida en un símbolo, pero también en una anciana cuya mente desvaría, y también a sus inicios como política de provincias, en los años cincuenta, cuando el Partido Conservador (pero también el supuestamente más moderno Partido Laborista) no concebía espacio para la mujer en política más allá de poner el agua para el orador de turno. Thatcher, con una voluntad inquebrantable que sería su mayor virtud (también, a la postre, su gran defecto), conseguiría escalar hasta la mismísima presidencia de su partido y, en 1979, acceder a la jefatura de gobierno del Reino Unido.
De esta forma, los momentos fundamentales en la vida de Thatcher (su ascensión a la jefatura de los tories, su llegada al número 10 de Downing Street, la fuerte contestación de los sindicatos ante el pulso que la apodada Dama de Hierro les echó --y les ganó--, el atentado del IRA contra el hotel donde se alojaba la primera ministra y su partido, la guerra de las Malvinas, su caída en desgracia ante su intransigencia) están dados como flashes, quizá también desfigurados por una mente, la del personaje central en su ancianidad, que ya no regía bien.
Estamos entonces ante una obra mayor, un notable acercamiento a la figura de la baronesa Thatcher. Se podrá estar de acuerdo, o no, con la actuación política de la Dama de Hierro, pero lo cierto es que la puesta en escena de Lloyd ha sido todo un acierto. Así se hace un biopic: que aprendan los pulcros ilustradores de muertas páginas de Historia.
Y eso que el anterior filme que vimos de Phyllida no fue como para tirar cohetes: Mamma mia!, versión cinematográfica del musical abbiano homónimo, fue un bombazo en taquilla pero un deficiente producto fílmico. Es cierto que ése es seguramente el único lunar en la carrera de una mujer cuya trayectoria como directora teatral y operística es impecable, por lo que, empeñada en otras lides, como este biopic de Maggie Thatcher, el río vuelve a su cauce y la obra de Lloyd vuelve a crecer en talento y creatividad.
Por supuesto, uno de los puntales fundamentales del filme es la interpretación, como siempre camaleónica, de una Meryl Streep que literalmente se metamorfosea en la política inglesa. A estas alturas no vamos a descubrir a la extraordinaria actriz norteamericana, pero es cierto que en esta película en concreto se ha superado, consiguiendo transmitir un amplísimo registro de matices, desde la mujer madura que logró, por gónadas, el liderato de su muy tradicional partido, hasta la anciana perdida en las brumas de su senilidad, pasando por esa década de los ochenta en la que la política británica gobernó con mano de hierro su país e influyó decisivamente en el resto del mundo
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Consulte Información en Farandula: Argo gana en el Gremio de actores (SAG) y La noche más oscura, precisión y obsesión
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Faranduleando Per�

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