Información: ¿Pueden Angelina Jolie, George Clooney y Madonna salvar al mundo? - 17/04/2013 16:13:54
"Cada vez tiene más importancia global la llamada diplomacia de celebridades. Pero ¿cuál es el impacto en la práctica de este "altruismo de las estrellas"? Aquí se lo contamos.No hay duda de que las celebridades venden: pueden vender canciones, relojes, perfumes y ropa. Y también pueden vender caridad y ayuda.
Basta ver las imágenes de Angelina Jolie en África rodeada de mujeres y niños con carencias o a George Clooney evadiendo cohetes en los Montes Nuba en Sudán.
Y ¿quién no ha visto a Bono presentando algún documental sobre las consecuencias de una sequía en África?
Jolie es embajadora especial de la Agencia de Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR) y su campaña más reciente en África es concientizar al mundo sobre las víctimas de violaciones en conflictos armados.
Clooney hace campaña por la situación humanitaria de la población de los Montes Nuba.
Y Bono… Bono es Bono, el "padre" de lo que ahora se llama la "diplomacia de celebridades", una actividad que ahora cuenta con una larga lista de cientos de famosos.
Es tan importante que todas las grandes organizaciones internacionales de ayuda cuentan con un departamento especializado en manejar y cuidar su "cartera de personalidades".
Rita Ann Wallace, encargada de comunicaciones de Unicef (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) en Nueva York, explica a BBC Mundo que "las celebridades atraen atención y por lo tanto tienen la capacidad de centrar los ojos del mundo en las necesidades de los niños, tanto en sus propios países como en proyectos de campo y programas de emergencia en el extranjero".
"También pueden entablar un contacto directo con quienes tienen el poder de llevar a cabo cambios", agrega Wallace.
¿ÚTILES?
Sin duda llaman la atención. Gracias a la reciente visita de Jolie a África y el gran despliegue en los medios con su fotografía, ahora sabemos que 400 mil personas en Ruanda y 200 mil en Congo -no sólo mujeres sino también hombres y niños- han sido víctimas de violencia sexual durante los conflictos armados en esos países.
Pero más allá de los discursos y de las fotografías con los políticos locales, ¿es útil realmente que una celebridad patrocine una causa humanitaria?
Los organismos de ayuda, tanto gubernamentales como ONG, expresan un contundente sí.
"A nuestros embajadores se les escucha en todo el mundo y su apoyo nos ayuda a dar voz a gente que de otra forma no sería escuchada" dice Claire Lewis, coordinadora internacional de artistas en Oxfam.
"Con su trabajo, los mensajes de las campañas de Oxfam pueden llegar a una audiencia mucho más amplia y tienen un enorme impacto en quienes toman las decisiones".
Sin embargo, hay quienes critican que hoy en día la opinión de un cantante o un actor sobre un complejo problema político, que muchas veces no entienden, pesa tanto o más como la de los profesionales que trabajan en el campo.
Cuando el video de Kony 2012 (una campaña contra el presunto criminal de guerra ugandés Joseph Kony a la que se adhirieron varias celebridades, incluidos Angelina Jolie y George Clooney) se volvió viral en Occidente, los africanistas reaccionaron airados por lo que decían era la "excesiva simplificación" de un complejo problema regional.
Andrew Meldrum, corresponsal en África de GlobalPost.com, defendió la campaña, que dijo no estaba dirigida a los expertos, sino a los millones de personas que viven al otro lado del mundo y "que no saben nada de los problemas del continente".
"(Estas campañas) no son para africanistas o académicos, hacedores de política o periodistas. Ni siquiera son para los ugandeses", afirma el periodista.
"Son para el enorme número de jóvenes, principalmente blancos, principalmente cristianos, que ambicionan cambiar el mundo y que no tienen idea de quién es Joseph Kony, que no saben dónde está Uganda y que quizás tienen un conocimiento algo vago de si África es un país o un continente".
"SUPERFICIALES"
Está muy bien llamar la atención, dicen otros. Pero ¿cambia esto algo a nivel local? ¿Tiene un impacto real en la raíz de los problemas?
"Las estrellas son víctimas de su propia frivolidad: llevan consigo el peso de su fama, pero tienen poco peso y seriedad", escribe en el periódico británico The Guardian la periodista sudanesa Nesrine Malik, sobre el activismo de George Clooney en Sudán.
"Ha sido insoportable escuchar las respuestas de concurso de belleza que da Clooney sobre lo que realmente está ocurriendo en Sudán. Pero es un actor, no es un experto político o académico. Desea salvar vidas. Y ¿qué impacto tiene esto en Estados Unidos o en el gobierno sudanés?"
"Muy poco" agrega. "Es admirable que quiera dedicar su tiempo, salud y recursos a un asunto por el que se siente comprometido. No dudo que sea sincero".
"Lo que me preocupa no es que los extranjeros no deben interferir en los asuntos internos, sino que la visión que Clooney está presentando al mundo no es correcta. Y esto no se debe a que esté deliberadamente manipulando los hechos, sino a que su campaña está basada en una cultura política a la cual no le importan las sutilezas" expresa la periodista.
Y Andrew Mwenda, periodista y fundador de la revista The Independent en Uganda, expresa que "los problemas de África rara vez son expresados por la propia gente que está sufriendo una crisis".
Son individuos como Clooney o Madonna, dice, "los que hablan a favor y en nombre de los pueblos que sufren en la región. Ese sufrimiento se ha convertido ahora en una oportunidad para que las celebridades que viven en opulencia muestren su lado humanitario".
"Muchas intervenciones occidentales para salvar a África rara vez son sobre las supuestas víctimas. Son plataformas para que los occidentales exhiban su altruismo".
"Cuando Larry King entrevista a Clooney (sobre Sudán) no tiene la intención de destacar el sufrimiento de la gente en Darfur, sus luchas diarias para superar la adversidad, sus aspiraciones o esperanzas. Lo que busca es promover la narrativa de Estados Unidos como salvador del mundo", afirma el periodista ugandés.
Pero no se puede descartar del todo la labor de estas celebridades.
Gracias a la reciente campaña de Angelina Jolie (y del canciller británico William Hague), el Reino Unido se comprometió con US$1,5 millones para ayudar en los esfuerzos de la ONU contra las violaciones en conflictos armados.
Lo que hay que preguntarse es ¿cómo se traslada ese dinero desde las altas cúpulas políticas hasta los campamentos y refugios? y ¿Cuál es el impacto de esos recursos para lograr justicia para las víctimas?
A juzgar por la historia pasada, todavía falta mucho por hacer: de los casi 50 mil casos de violaciones, principalmente de mujeres y niñas, que se documentaron en la guerra de Bosnia en 1995, sólo 8 personas han sido condenadas por crímenes vinculados a abusos sexuales.
En este caso, Angelina Jolie tiene un largo camino por recorrer.
Fuente: El Comercio
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Que opina usted? Oblivion, haciendo aguas por todas partes - 14/04/2013 1:00:20
" Vaya por delante que fui de aquellos que, a la salida de "Tron: legacy" (id, Joseph Kosinski, 2010) defendía más que atacar a una cinta visualmente fascinante que aquejaba no pocas carencias en otros terrenos pero que, en opinión del que esto firma, terminaba salvándose por mor de un primer acto espléndido y un clímax que no le iba a la zaga, elevándose muy por encima de lo que su predecesora, un filme al que el paso de las décadas ha tratado horriblemente mal sobre todo en lo que se refiere a un guión plagado de lagunas incomprensibles, había sido capaz de ofrecer en 1982.No obstante, no me duele en prenda coincidir con aquellos que rechazan de pleno la secuela por adentrarse sin tener necesidad en una absurda mezcla entre filosofía y religión new age que no venía a cuento, y por lo mal aprovechado y me quedo corto que estaba el personaje de Flynn, algo imperdonable si tenemos en cuenta que todo el partido que se podía haber sacado del gran Jeff Bridges se volcaba en explotar las muchas limitaciones en el terreno interpretativo de Garrett Hedlund u Olivia Wilde. Curiosamente, todo lo que acabamos de apuntar sobre "Tron: legacy" es trasladable, de un modo u otro, al nuevo filme de Joseph Kosinski, esta irregularísima cinta de ciencia-ficción post-apocalíptica que es "Oblivion" (id, 2013).
Nos encontramos en la Tierra del año 2077. Un planeta arrasado, supuestamente, por la invasión extraterrestre de una raza conocida como los Saqueadores que destrozó la Luna alterando así por completo la fisionomía de la superficie terráquea y aniquilando a la mayoría de la población mundial. Los que quedaron se han mudado a Titán, una de las lunas de Saturno, mientras que unos pocos han permanecido estacionados en nuestro planeta como vigilantes de unos grandes conversores que extraen toda la energía posible de los océanos y mares.
Uno de los que aún camina por nuestro desolado planeta es el técnico Jack Harper Tom Cruise, un hombre que en sueños recuerda una vida antes de la invasión que es imposible que haya vivido y con la que ha creado ciertas ataduras difíciles de romper. Tras un inesperado (re)encuentro, Jack verá puesta a prueba su voluntad al descubrir que la realidad que le rodea es mucho más terrorífica de lo que podía haber llegado a imaginar.
Desaprovechada de principio a fin. Esa es la mejor manera que se me ocurre para definir a "Oblivion", una cinta que, como apuntaba más arriba, acusa sobremanera el "síndrome "Tron: legacy", haciendo suyos los errores del anterior filme de Kosinski para ofrecer una versión amplificada de los mismos. Unos errores que, a poco que se rasque en su superficie, devuelven llamativas debilidades imposibles de pasar por alto, por más que se trate de una cinta de ciencia-ficción que no una de fantasía, género del que es confeso devoto su máximo artífice.
Huelga decir que, a la vista de lo que cualquiera de los trailers que circulan por la red muestra, la componente visual de la cinta es magnífica, creando el realizador de mano del equipo de efectos digitales tanto un alucinante mundo post-apocalíptico, arrasado por la carencia de la influencia gravitatoria de nuestro satélite, como unos espléndidos diseños de las diversas máquinas y construcciones que pueblan la acción, de frías y depuradas líneas derivadas de las formas básicas de la geometría como demuestra, por ejemplo, ese tetraedro que es el TET.
Más allá de lo que el diseño ofrece se abre, como suele decirse, el abismo. Un abismo que afecta en primera instancia a las interpretaciones, frías y carentes de emoción todas ellas, con errores de casting como el de Olga Kurylenko, incapaz de insuflar vida a un personaje clave en el devenir de la trama; con el gran Morgan Freeman desaprovechado mediante un personaje de poca presencia y cuestionable relevancia en la acción y con un omnipresente Tom Cruise cuya correcta actuación no comporta el suficiente peso como para equilibrar la acusada inclinación de la balanza.
Legado directo de su anterior filme es la estructura con la que Kosinski plantea un desarrollo que incide, de la misma manera que lo hace el reparto, en la transmisión de frías sensaciones al respetable: tras un espectacular arranque apoyado de forma singular en una espléndida partitura compuesta por M83 con claras influencias de Daft Punk y Hans Zimmer nos vemos obligado a soportar el bajonazo de ritmo del que hace gala la exposición de la trama en el segundo acto, no logrando la ligera recuperación del mismo de cara al final que el interés de la platea se recupere lo suficiente como para aceptar la gran cantidad de incoherencias que hasta entonces hemos tenido que tragar.
Y aunque la estructura de montaña rusa que vertebra la cinta no afecte a la dirección de Kosinski, que en todo momento se rige por la regla del máximo espectáculo dejándonos brillantes secuencias como la citada inicial o el ataque de los drones al búnker, no podemos afirmar lo mismo de un guión que descarrila cuántos vagones puede para seguir avanzando, importándole muy poco el lastre que suponen las vagas explicaciones que deja por el camino o las muchas y considerables lagunas que nunca terminan de resolverse.
Es aquí, en el libreto escrito por el director junto a William Monahan, Michael Arndt miedo da lo que esté guionista pueda hacer de cara a la nueva entrega de cierta saga galáctica y Karl Gajdusek donde ese superficial rascado que indicaba más arriba hace más mella en la credibilidad de una historia que se derrumba irremisiblemente merced a la ingente cantidad de sin sentidos que acumula su desarrollo, planteando demasiadas incógnitas como para ser ignoradas.
(Spoilers a mansalva) ¿Por qué hibernaron los astronautas si la TET, la nave extraterrestre, estaba en la órbita de la Tierra? ¿Cuál es el significado oculto tras la aparición de "El mundo de Cristina", el conocido cuadro de Andrew Wyeth, más allá de que nos preguntemos el porqué de su aparición? ¿Cómo es que el Jack del final lleva el uniforme con el número 52 si se suponía que el otro Jack se lo había quitado para no levantar sospechas? ¿Cuáles son los motivos por los que una inteligencia artificial superior capaz de construir unos drones que "huelen" el ADN humano no es capaz de detectar que una nave suya lleva a bordo una bomba capaz de destruirla? ¿A qué se debe la pausa dramática del dron en el búnker a la hora de disparar contra el grupo que encabeza Julia cuando ha matado sin piedad a todo lo que se movía segundos antes?…y así, ad infinitum.
Conjugadas todas estas preguntas con las excesivos prestamos de la cinta por el metraje encontramos innumerables referencias a "2001, una odisea en el espacio" ("2001, a space odissey", Stanley Kubrick, 1969), "Matrix" (id, Larry & Andy Wachowski, 1999) o "La guerra de las galaxias" ("Star wars", George Lucas, 1977), por citar sólo algunas "Oblivion" termina resultando una propuesta fallida que no ofrece nada nuevo al espectador en general y, mucho menos, al amante de la ciencia-ficción, que observa como una buena premisa de partida se queda a medio camino en demasiados frentes.
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