martes, 28 de mayo de 2013

Ayer no termina nunca, por desgracia y Hitchcock, superficial, engañosa y vulgar

Es Noticia, Ayer no termina nunca, por desgracia - 06/05/2013 13:11:40

" Lucharé por ti. Pase lo que pase, lucharé por ti.
Se pueden colgar muchos adjetivos a "Ayer no termina nunca" (2013), la nueva propuesta de Isabel Coixet, pero creo que los únicos que nos pondrían a todos de acuerdo son: personal y arriesgada. Cualidades valiosas y reivindicables hay tanta necesidad de gustar al mayor número posible de espectadores que se pierde el atrevimiento a ser diferente que no están relacionadas con la calidad del producto final. De hecho, ésta es una de las películas más tediosas que he visto en los últimos meses. Sin embargo, no me arrepiento de haberla visto, me alegra que se haya hecho y que se haya estrenado.
Lamentablemente, es un film tan simple, singular y deprimente que está condenado a pasar de puntillas por la cartelera, como si su misión estuviera cumplida con haber hecho ruido en festivales se presentó en Berlín y triunfó en Málaga. Aunque ambas han tropezado en taquilla, es un caso totalmente opuesto al de la descaradamente comercial "Combustión" (Daniel Calparsoro, 2013), la otra producción nacional que se estrenó el pasado 26 de abril. Basada en la obra teatral "Gif" de Lot Vekemans, "Ayer no termina nunca" son dos personajes lanzándose reproches durante cien minutos en apenas un par de escenarios. Coixet ha hecho lo que le ha dado la gana, sin importar si iba a interesar o no, y ha recogido los frutos.
Conste que rechazo el encorsetamiento o la limitación de una película para intentar satisfacer a un público masivo a menos que la intención sea llenar salas en todas partes, claro, aprecio ante todo la mirada del autor. Lo que falla en el último trabajo de Coixet no está relacionado con su escaso éxito en cartelera, pero lo comento porque, como se suele decir, no está el horno para bollos, y quizá no era el mejor momento para estrenar algo así. Una sensación que no pude quitarme de la cabeza mientras veía "Ayer no termina nunca" es que era un ensayo filmado. Material por perfilar, por rematar, poco reflexionado y toscamente elaborado, pero aun así aprovechado, como si el esfuerzo y la búsqueda por crear algo tuviesen finalmente más importancia que ese algo.
Una crisis (íntima) dentro de otra crisis (nacional)
Imagino que no fui el único que recibió con sorpresa la noticia de que Coixet tenía entre manos una historia de ciencia-ficción. Así se etiquetó el proyecto, sin concretar mucho más aparte de que la trama giraría en torno a una pareja y que se reflejarían las circunstancias actuales, porque la directora catalana decía que hoy en día vamos al cine con demasiada información lo cual es cierto. Realmente, hay muy poco del género en "Ayer no termina nunca" y lo que hay resulta intrascendente. Podría estar ambientada en este año y sería lo mismo. Puede que solo fuera un cebo… En cualquier caso, el film tiene lugar en el año 2017. Dos personas se reencuentran después de cinco años. ¿Qué les dividió? ¿Por qué se han vuelto a ver?
La excusa es lo de menos, lo relevante son las intensas y contradictorias emociones que despiertan la situación, así como el dolor y el sufrimiento de unas heridas que no han cicatrizado. Poco a poco descubrimos el origen de la pareja y su crisis enmarcada en la que destruye España, una referencia obligada, cómo lo afrontó cada uno y qué ha sido de ellos desde que se separaron. Un problema es que las revelaciones son tópicas y previsibles, pero la mayor torpeza es que el film se centra demasiado en escarbar en la amargura de la mujer y su rechazo al hombre, quedando éste un tanto desconectado Candela Peña está sensacional, eclipsa a un forzado Javier Cámara que solo al final se adueña de su personaje.
La simplicidad del planteamiento hace que la película se estanque enseguida y reincida sobre los mismos temas en un intento por desarrollar un conflicto que podría haber dado mucho más juego si los personajes abarcaran más tiempo y espacio, en lugar de quedarse anclados en ese extraño recinto de cemento, repitiendo lo ya expuesto. A menudo los diálogos suenan a poesía barata y filosofía superficial, con el añadido de que "Ayer no termina nunca" es visualmente aburrida al inicio molesta el nerviosismo de la cámara, que intenta reflejar el ánimo de los protagonistas, aunque al final hay una escena maravillosa centrada en el rostro de ella. Supongo que los seguidores de la cineasta saldrán encantados; a los demás les aconsejo cautela e ir al cine bien descansados.

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Que opina? Hitchcock, superficial, engañosa y vulgar - 31/01/2013 11:02:02

" Me encanta el cine de Alfred Hitchcock y a él lo tengo por uno de los mejores directores de toda la historia del séptimo arte, pero las cosas cambian mucho cuando se hacen películas relacionadas de una forma u otra con la obra del mago del suspense. Él mismo demostró una gran habilidad para rodar nuevas versiones de varias de sus películas, pero los resultados han sido muy decepcionantes cuando han sido otros los responsables. Estafas como "Psycho" (Gus Van Sant, 1998), anodinos entretenimientos como "Un crimen perfecto" ("A Perfect Murder", Andrew Davis, 1998) o vulgaridades como "La ventana de enfrente" ("Rear Window", Jeff Bleckner, 1998), y eso por no hablar de auténticos atentados como "Los pájaros 2: El fin del mundo" ("The Birds 2: Land"s End", Rick Rosenthal, 1994), sólo sirvieron para hacernos recordar la grandeza de Hitchcock. Sin embargo, he de reconocer que la idea de ver una cinta de corte biográfico centrado en la problemática realización de esa obra maestra llamada "Psicosis" ("Psycho", 1960) me resultaba atractiva y estimulante, pero la triste realidad se ha vuelto a imponer y "Hitchcock" no es más que una propuesta muy por debajo de lo que podría haber sido.
¿"Hitchcock" o "Alma"?
Una de las formas más sencillas de atacar "Hitchcock" sería centrar mis acometidas en la elección de Sacha Gervasi y en los productores por haber confiado una cinta de estas características a un realizador novato en estas lides , en su haber sólo encontramos el estupendo documental "Anvil. El sueño de una banda de rock" ("Anvil: The Story of Anvil", 2008)-, pero también sería una tremenda injusticia. El auténtico culpable de que la película se hunda en los más profundos abismos de la mediocridad es el guión de John J. McLaughlin a partir del libro de Stephen Rebello. La primera decepción llega en su forma de abordar la historia, ya que el auténtico eje del relato no es tanto la realización de "Psicosis" como la crisis matrimonial del protagonista, llegando a tal punto que, durante muchas fases de "Hitchcock", la gran protagonista es su esposa Alma, siendo quizá éste el mayor error de todos en los que incurre la película.
Ya es suficientemente frustrante que se quiera llevar al límite la frase hecha de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer como para que se haga a través de un escarceo amoroso que todos sabemos que está condenado a no llegar a ninguna parte , la discreta actuación de Danny Huston tampoco ayuda nada a tomárselo en serio- . No ya sólo porque ellos continuaron juntos en la vida real, sino que se recurren a tópicos tan insultantes para ilustrarlo que acabe provocando el enfado en un espectador más interesado en los engranajes detrás de "Psicosis" , lástima que no haya más desarrollo en aspectos como el trabajo de los censores o la problemática relación entre Hitchcock y Vera Miles- que en ver esa tontería que también daña al presunto protagonista, ya que sus visiones de Ed Gein rozan peligrosamente lo absurdo y, por desgracia, son la única muestra de su obsesiva personalidad , si obviamos un par de reacciones puntuales durante el rodaje-, otra de las grandes decepciones de esta "Hitchcock", ya que reduce al mínimo la compleja personalidad del director de "Extraños en un tren" ("Strangers on a Train", 1951).
Superficialidad y personajes mal definidos
Estaba claro que "Hitchcock" iba a ser una propuesta en la que brillasen los personajes por encima de todo lo demás, pero lo que uno no podía esperar que estuviesen tan mal perfilados, algo que únicamente Anthony Hopkins y Helen Mirren consiguen a través de sus actuaciones , reseñables positivamente, pero tampoco nada especialmente maravilloso- que pase parcialmente desapercibido. Este mal asola sobremanera al resto de participantes de "Psicosis", convirtiendo algunos personajes en meras anécdotas , inocuo James D"Arcy como Anthony Perkins- , estereotipos vulgares , intrascendente Scarlett Johansson en la piel de Janet Leigh- y, en general, un auténtico desfile de oportunidades desaprovechadas.
El escaso brillo de los personajes es algo que encuentra su reflejo en la forma de mostrarnos el argumento de la película. Ya he comentado el exceso de peso que tienen las dudas amorosas de Alma, en especial por el escaso reconocimiento que tiene su duro trabajo, pero es que éstas se basan en tópicos sangrantes que encima sólo dejan espacio para una aproximación muy superficial a la creación de Hitchcock. Sí, se mencionan de una forma u otra las líneas maestras , dificultades para conseguir la financiación, problemas en el rodaje y con la censura, dudas sobre el resultado final, etc.-, pero todas ellas quedan reducidas con suerte a un par de minutos de metraje en las que no se indaga en demasía, sino que se limitan a decir que eso pasó. El problema es que para eso me leo la wikipedia, donde seguro que encuentro muchos más detalles que los que se nos ofrecen aquí.
El acabado visual y técnico de la película también juega en su contra, ya que es cierto que Gervasi consigue cierta fluidez narrativa que evita la llegada del sopor , su reducido metraje también ayuda lo suyo-, pero eso no es excusa para que transmite en todo momento la sensación de ser un telefilm que pretende hacerse pasar por una película. Este aspecto era perdonable en "The Girl", deficiente obra televisiva que se centraba en la enfermiza relación profesional entre Hitchcock y Tippi Hedren, pero aquí se carga uno de los aspectos que mejor suelen funcionar en otras producciones de esta categoría. El maquillaje, tema controvertido y que algunos han llegado a decir que hace pensar en "La hora chanante"(2002-2006), tampoco está especialmente conseguido, pero le basta para estar entre lo mejor de la película.
Cada vez que pienso en "Hitchcock", menos me gusta, y lo cierto es que ya estaba muy decepcionado al acabar de verla. No hay nada que funcione realmente bien, y son muchos los problemas que van destruyendo la película hasta tal punto que lo más acertado sería considerarla como una falta de respeto hacia Alfred Hitchcock. No sé qué haréis vosotros, pero yo he llegado a la conclusión de que lo mejor que puedo hacer es intentar olvidar su mera existencia.
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Noticia, The Master, los márgenes de la mentira - 04/01/2013 1:48:30

" La gran mayoría de las películas que se estrenan siguen a rajatabla el esquema de planteamiento, nudo y desenlace, hasta tal punto que en algunos casos se podría señalar perfectamente el minuto en el que empieza y acaba cada uno de ellos. Es una práctica que delata el aumento de la importancia de discutibles ensayos sobre la creación de un buen libreto por parte de autores como Syd Field o Robert McKee tanto en la formación de nuevos guionistas como en las imposiciones de los ejecutivos de Hollywood. No estamos ante algo malo per se, ya que es una base que ha servido para crear muy buenas películas, pero uno siempre agradece que haya autores que jueguen con sus evidentes limitaciones, por mucho que siga existiendo la posibilidad de que salga algo insoportable , o aburrido, el mayor pecado capital que se puede cometer- de esa apuesta. Por fortuna, "The Master" (Paul Thomas Anderson, 2012) está muy lejos de serlo.
La carrera de Paul Thomas Anderson ha estado marcada no sólo por haber realizado algunas de los mejores largometrajes de los últimos 20 años, sino también por la ambición de sacar adelante poco menos que la película definitiva en el tema que aborde. No le faltan los que defienden con fervor todas sus obras, pero "Embriagado de amor" (Punch-Drunk Love, 2002) transmitía una ligera sensación de prepotencia en su forma de encarar las , en la actualidad- poco prestigiosas comedias románticas. Sin embargo, el cambio era otra de las constantes de su cine, pero con "The Master" decide apostar abiertamente por la vía iniciada en "Pozos de ambición" (There Will Be Blood, 2007): Convertirse en cronista de diferentes etapas o acontecimientos de la historia reciente de los Estados Unidos.
El inmenso trabajo de Daniel Day-Lewis en la primera servía como base a una película milimétricamente pensada, de gran belleza visual y en la que Anderson alcanzaba su madurez total como narrador, dejándose llevar sin problema por los excesos cuando la historia lo requería. Es lo más cercano a la perfección que nos ha llegado desde aquel en país en varios años y también un relato más amplio y , aunque suene paradójico- delimitado que el que nos ofrece en "The Master". Y es que aquí juega con relato deliberadamente inconcreto, tomando elementos de Ron L. Hubbard, creador de la cienciología, pero negándose en todo momento a caer en lo biográfico, pues prefiere explayarse en los márgenes de la naturaleza de dos protagonistas mucho más similares de lo que aparentan.
Freddie Quell , extraordinario y casi enfermizo Joaquin Phoenix- es un animal herido que ha sido incapaz de sanar del trauma psicológico sufrido por su experiencia en la II Guerra Mundial. Los primeros minutos de metraje se centran exclusivamente en él. Diversos trazos , hay varios saltos temporales y espaciales comprimidos en poco metraje- nos permiten verle como alguien inestable y con encanto, siendo esto último lo que le permite mantener un delicado equilibrio que se va al traste por su incapacidad de contenerse. Freddie se ha convertido en alguien irracional, poco fiable y, en general, un peligro para quienes están a su alrededor, pero él mismo es consciente de ello, por lo que su vida se convierte en una huida constante regada por un extraño mejunje alcohólico del que abusa más de la cuenta. Anderson delata bien pronto que "The Master" no va a ser una película grandilocuente en lo visual , aunque sí perfilada con atención a todo detalle-, sino que estamos ante un estudio de personajes, aunque no es hasta la deliberadamente inexplicada aparición de Lancaster Todd , encantador y tenebroso Philip Seymour Hoffman- .
Anderson exploraba en "Pozos de ambición" la relación entre padre e hijo y la casi inevitable soledad del primero, mientras que aquí utiliza unos vínculos superficialmente similares para ahondar en las posibilidades de manipulación derivadas de ello. Lo importante no es tanto el hecho de que Lancaster Todd sea el líder de una secta como el abuso que hace de este poder a la hora de adoptar a Freddie como un animal al que cambiar a su antojo por la confianza que han depositado en él. Es evidente que esa relación va pasando por varias etapas, desde un escepticismo inicial hasta la manifiesta incapacidad de Freddie por respetar las reglas de congregación cuando su líder moral es atacado: Freddie es un animal violento y reacciona como tal, mientras que Lancaster tampoco muestra grandes cambios en su personalidad por mucha debilidad que sienta por su nueva mascota.
¿Dónde está entonces el interés en dos personajes que parecen evolucionar, pero que luego cambian muy poco? Ya sólo las maravillosas, matizadas y entregadas actuaciones de Phoenix y Hoffman serían suficiente, pero Anderson nunca ha sido alguien que se eche hacia atrás y deje que sus protagonistas tiranicen la función, salvo cuándo él así lo decida. Una de las cosas que más llamaron la atención de "The Master" cuando se anunció su rodaje fue que se iban a utilizar unas mastodónticas cámaras para grabar la película en 65 MM, prácticamente el doble de lo habitual. Esto permite una mayor definición y cantidad de la imagen que vamos a ver en pantalla, algo que invitaría a muchos a abusar de los grandes planos generales para lucirlo. Eso no sucede en este caso, ya que Anderson prefiere los planos cerrados, donde los personajes son el foco de atención, pero prestando una atención desmedida a la imagen , hasta el más mínimo detalle importa-, logrando así que ésta supure verismo en su intento de llevarnos al Estados Unidos de finales de los años 40 y comienzos de los 50 del siglo pasado, con muchos habitantes del país a la deriva, gran caldo de cultivo para que sectas o agrupaciones colindantes con lo religioso crezcan de forma vertiginosa.
Es verdad que hay cierto truco detrás, ya que no toda la película se rodó con esas cámaras, teniendo que transformarse a posteriori gran parte del metraje para ajustarlo a los cánones habituales, perdiendo por el camino partes de imagen. Sin embargo, eso no afecta en nada a "The Master", ya que el innato perfeccionismo de Anderson ya lo habría tenido en cuenta, pero este punto también da pie a uno de los aspectos más conflictivos de su séptimo largometraje: Lo cerebral se impone a lo emocional. Esto puede provocar rechazo por el espectador, ya que no hay implicación posible son los protagonistas, siendo todos seres despreciables en mayor o menor medida , atención también a una espléndida Amy Adams en un papel secundario, pero más perversa que nunca en toda su carrera-. Anderson es consciente de ello y apuesta por llevarlo al extremo.
La posibilidad de una redención para Freddie es un imposible, por lo que su fascinante inmersión en la secta de Lancaster no nos es mostrada con victimismo hacia el primero, sino como un paso natural en su periplo , incluso en la secuencia que va mostrando en fragmentos intercalados con la progresión de la historia en la que Freddie va de una ventana hacia una pared y viceversa ad infinítum-. Anderson no duda en trazar paralelismos entre ellos, ya que el maestro del título no es más que otro animal cuya furia es reprimida para poder ejercer como líder. No sólo manipula a las personas, pues la mentira es un concepto que estira a la perfección para que pueda sonar como algo enriquecedor y casi curativo, pero su verdadera naturaleza no deja de ser la que se nos enseña en el momento en el que el personaje de Laura Dern le inquiere sobre cierto cambio poco justificable en su doctrina.
De hecho, Anderson se deja contagiar por la palabra de Lancaster, convirtiendo la película en un todo condenado a la redundancia, ya que es algo habitual en toda obsesión. Muchos directores intentarían maquillarlo para que no pudiera dar pie a una especie de bajón de interés, pero él no. Me acordé aquí de la magistral "Zodiac" (David Fincher, 2007), donde las peculiaridades del caso real forzaban el dejar insatisfecho a quienes sólo buscarán la resolución de los misteriosos crímenes, llegando Fincher a señalar abiertamente a un personaje como culpable, pero sin ser capaz de adjudicárselo, provocando así una mayor decepción en quienes centrasen su atención sólo en ello. Aquí el resultado es una experiencia repetitiva por pura necesidad y en la que no hay respuestas posibles, sino una sensación de fascinación y aturdimiento por lo que aparece en pantalla.
"The Master" es una fascinante exposición de ideas, rodada magistralmente, con un reparto en estado de gracia y un acabado visual impecable sin la necesidad de convertirse en un gran espectáculo en esa faceta como sí sucede con una de sus grandes competidoras en esta temporada de premios. Lo que uno no puede buscar en ella es algo tradicional, ya que concluye sin dejarnos nada claro cuál va a ser el destino de unos personajes por los que es imposible sentir cariño o compasión, y entonces ¿qué más dará que se queden en tierra de nadie cuando no hay nada realmente mejorable? Cierto que esa insatisfacción, algo peor manejada que en la cinta de Fincher, la aleja un poco de los trabajos más logrados de Anderson , "Magnolia" (1999) sigue siendo mi favorita personal y prácticamente una obra maestra-, pero no por ello deja de ser una de las mejores películas que podremos ver en este recién empezado 2013.
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