sábado, 5 de abril de 2014

Corazones de Hierro, el sonido y el estupor y Las cinco mejores interpretaciones de Clint Eastwood

Interesante, Corazones de Hierro, el sonido y el estupor - 25/01/2014 6:39:29

" Durante la guerra de Vietnam, el joven soldado Eriksson (Michael J. Fox) es salvado de morir por su sargento (Sean Penn). Cuando éste y su unidad, decidan raptar a una inocente vietnamita (Thuy Thu Le) y violarla durante el camino a una misión, Eriksson deberá tomar partido ético en un clima de violencia y traición total.
¡Qué película tan terrible y horrible de Brian DePalma! Por supuesto, es un halago, porque ése es el argumento de la incomprensiblemente titulada "Corazones de hierro" (Casualties of War, 1987), melodramático nombre para el mucho más preciso "Víctimas de la guerra" que también puede interpretarse como "Bajas de la guerra". Aunque, bien mirado, es una película bien melodramática pero habla de muchas cosas , entre ellas el espanto, la falta de piedad, la vileza , pero ninguna hace referencia, siquiera simbólica, al corazón de hierro del título.
De DePalma solamente podemos esperar gran cine incomprendido, o mejor dicho, solamente apreciado por unos pocos que ahora se vuelven multitud. Pero incluso entre quienes lo tienen en estima, existe una tendencia, en mi opinión equivocada y muy relacionada con el prestigio que si han alcanzado, por diferentes medios y en momentos no menos distintos, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese y Steven Spielberg.
Dicho prestigio, sostiene un argumento insondablemente viejo y lamentable que diría que DePalma es todo estilo pero nunca ha logrado filmar una gran película o una película tan seria como las de aquellos. Lo que quiero decir es que pareciera que DePalma fuera el hacedor de unos cuantos (E inolvidables) thrillers llenos de erotismo y vitalidad, pero no es en mi opinión eso lo que lo distingue.
Lo que distingue a DePalma es la mirada. La de sus personajes, con qué frecuencia el centro de sus películas, y la suya propia, cargada de lucidez y, sí, mucha política. Porque es política, y no otra cosa, lo que hay en la sombría, brutal y perfecta "Impacto" (Blow Out, 1981) y es política lo que hay en este tremebundo relato de Vietnam.
Se quejaba, con cierta y bienvenida crítica airada, el maestro de críticos Jonathan Rosenbaum, en su reseña positiva, de que la película no sea, efectivamente, pacifista. Bien, tiene razón, pero es algo más importante, es una película sobre dos personajes enfrentados en el mismo lado de la contienda en la que la vejación es solamente una más (y no una concreta, específica, que señala y marca una vida).
DePalma reserva las simplezas a los secundarios, como bien detecta Rosenbaum, pero y hete aquí lo interesante, tanto visual como narrativa como guionísticamente todos los complejos matices están reservados para los antagónicos antihéroes de la película.
Desde principios de los ochenta, DePalma empieza a rodar, de un modo constante y con mayor sofisticación conceptual y energía, películas sobre mujeres y hombres que ven y callan y quieren saber o quieren entender. La prostituta encarnada por Nancy Allen en "Vestida para matar" (Dressed to kill, 1980) presencia algo y solamente es a través de un mirón (Keith Gordon) que resuelve su misterio.
De modo casi opuesto, John Travolta en "Impacto" no ve: Escucha, y es a partir de los sonidos que tiene que entender. Y en un juego, en última instancia barroco e inspirado, el pobre voyeur de "Doble Cuerpo" (Body Double, 1984) cree ver donde apenas vislumbra.
Al soldado de esta película le sucede algo en apariencia bien distinto. Escoge no ver, se da la vuelta. Ya no quiere mirar. No quiere mirar porque sabe: sabe que a sus espaldas están violando a una mujer inocente y frágil. ¡Y con qué súbita elegancia rueda DePalma el horror! Justo cuando el acto se repite, escoge dos elipsis y la profundidad de campo: el horror que su antihéroe ha escogido no ver.
Entonces, Eriksson quiere saber, pero no lo que ha sucedido sino como gestiona su conciencia moral. Es por esto que se trata de una de las películas en verdad más sofisticadas de su director.: no porque, ay, sea esta una "de guerra" y las anteriores "de intriga", sino porque lo que aquí está en juego es la propia conciencia de un individuo en una situación en donde, precisamente, hacer gala de ella es, al mismo tiempo, una ridiculez, algo decididamente impráctico y cuya denuncia es considerada irrelevante por todo el aparato militar.
Buscando formas de piedad y justicia, Eriksson trata de comprender cómo funcionan las cosas. Articulada como pesadilla, la película contiene una preciosa banda sonora de Ennio Morricone, con sus típicas y familiares recurrencias sonoras, en este caso un tema dedicado a la vietnamita que reaparece cada vez que el horror emerge, una vez más. Qué bien está Morricone con los cineastas de toma larga, sea DePalma o sea Sergio Leone.
Pero al evidente e interesante clima moral de Eriksson no contrapone un villano sencillo. El sargento, encarnado por un sobrenatural Sean Penn, es un loco patético que ha perdido todo el sentido. Lejos de amparar su locura como razón de barbarie, DePalma nos obliga a mirarlo, progresivamente desnortado, con sus ráfagas de saberse torturador y saberse bastardo y el resultado es tremendamente incómodo. Tampoco el público puede ser inclemente con el mal que encarna él, pues le hemos visto presenciar la muerte de un compañero en su rotundidad, una muerte con la que se define una condición diaria (de más asesinato y locura).
La película, además, contiene los clímax y momentum de intriga y suspense que caracterizan al director y que funcionan como pequeñas piezas de cámara. Los dos ataques al protagonista son tremendos, y en multitud de ocasiones, DePalma cambia de punto de vista: nos coloca en la mirada de Eriksson, del antagonista y hasta de un sacerdote metodista también en el Ejército.
Todo ello, además, muy bien estructurado: la película comienza y termina como lo que fue, una pesadilla. Así justifica la escena más hermosa, extraña y perdurable de la película. La vejada y casi destruida vietnamita camina llena de sangre por una vía del tren. Es un escape fútil porque sus captores están disparando contra los villanos del Vietcong. El malvado sargento grita ¡se escapa! y todos la disparan, ante la mirada atónita de Eriksson.
Es un instante de extraña belleza, de vida abriéndose paso, lastimosa y corajosa, en medio de una insensatez en la que todo se deprecia y en la que lo innombrable se traduce siempre en brutos, horrendos y reconocibles actos antes que las palabras que luego usaremos, porque la infamia, la atrocidad y la miseria suceden antes de poder expresarlas y a veces, ni así logramos medir su alcance nunca.
Cuando una mujer, que vagamente recuerda a la deshonrada, le dice a J. Fox pero la pesadlla ha terminado ¿no? Nuestra mirada está sacudida, intuyendo que la pesadilla y su paz serán solo un alivio temporal en un porvenir lleno de ecos, perpetuos, de la muerte y su estupor.
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La noticia Corazones de Hierro, el sonido y el estupor fue publicada originalmente en Blogdecine por Pablo Muñoz.

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Que opina? Las cinco mejores interpretaciones de Clint Eastwood - 31/05/2013 0:24:43

" Hoy el último clásico vivo cumple 83 años y justo es dedicarle un par de posts con dos de esas listas que tanto os/nos gustan. Empezaremos primero por las que un servidor considera las cinco mejores interpretaciones de Clint Eastwood, independientemente de que él sea o no el director de la película en cuestión eso será objeto del segundo post. Elegir cinco personajes de su extensa galería no ha sido fácil.
Sergio Leone, uno de sus maestros, decía que le bastaban dos gestos para construir un personaje ciertamente lo decía en tono peyorativo debido a la enemistad que surgió entre ambos, Richard Burton sentenció después de trabajar con él en "El desafío de las águilas" ("Where Eagles dare", Brian G. Hutton, 1968) que sin duda se encontraban ante alguien que sería una gran estrella. Directores como Martin Scorsese, Steven Spielberg o Francis Ford Coppola le admiran profundamente y quisieron trabajar con él, de hecho le llamaron varias veces, pero sus caminos sólo se cruzaron por motivos de producción con el segundo.
Mientras soñamos con lo que Eastwood habría hecho con los personajes que luego harían Roy Scheider en "Tiburón" ("Jaws", Steven Spielberg, 1975) o James Coburn en "Pat Garrett y Billy the Kid" ("Pat Garrett & Billy the Kid", Sam Peckinpah, 1973) por poner dos ejemplos de los muchos papeles conocidos que rechazó podemos disfrutar recordando cinco personajes inolvidables de su filmografía como actor.
Harry Callahan
Sé lo que estás pensando. Si he disparado cinco o seis balas. Te digo que con este ajetreo yo también he perdido la cuenta, pero siendo este un magnum 44, el revólver más potente del mundo, capaz de volarte la tapa de los sesos de un disparo ¿no crees que deberías pensar que eres muy afortunado?
Frank Lee Morris
En la última colaboración entre Eastwood y Don Siegel, y que también supondría la última gran obra de su director, el mítico actor nos sirve una composición llena de matices de un personaje real: Frank Lee Morris, la única persona que logró fugarse de la prisión de Alcatraz acompañado de otros dos presos. Uno de los films en los que mejor utilizado está el rostro de Eastwood. Momento a recordar: las conversaciones con el alcaide.
Red Stovall
El personaje del que tomé prestado el nombre para escribir aquí con pseudónimo ¡qué tiempos, parece mentira que hayan pasado siete años! y que aún utilizo en twitter. Un cantante country, borracho, enfermo de tuberculosis, un perdedor en toda regla, que viaja por el país en busca de un sueño, convertirse en una estrella. Le acompaña su sobrino su hijo en la vida real y la tristeza de una vida perra. Momento a recordar: el del vídeo, al lado del mítico Marty Robbins.
William Munny
El personaje de la película que le dio el prestigio artístico que ya llevaba años mereciéndose no podía falta en la lista. Munny es uno de esos personajes caramelo que Eastwood guardó muy celosamente tras hacerse con los derechos del film, que eran propiedad de Francis Ford Coppola durante años hasta tener la edad idónea para interpretarlo. Su viejo pistolero que con un pequeño grupo va en busca de los hombres que maltrataron a dos prostitutas, es un hombre acabado, casi muerto, un fantasma. Como resultado obtuvo su primera nominación al Oscar como actor principal. Momento a recordar: todos en los que evoca a su esposa muerta, Claudia.
Frankie Dunn
En uno de sus últimos regresos como actor lleva diciendo que se retira de la interpretación desde 1992 nos regala una de sus mejores composiciones, también nominado al Oscar. Un veterano entrenador de boxeo que decide entrenar a una promesa femenina, manteniendo con ella una relación paterno filial, y que verá cómo su vida va por derroteros impensables. Momento a recordar: la despedida.
En Blogdecine | Especial Clint Eastwood

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